LA JUSTIFICACIÓN

Según el diccionario este término significa lo siguiente:

• Justificación: “Acto por el cual el Dios tres veces santo declara que el pecador que cree viene a ser justo y aceptable ante ËL, por cuanto Cristo ha llevado su pecado en la cruz, habiendo sido <hecho justicia> en su favor (1 Co. 1:30)”.

La justificación es gratuita, esto es, totalmente inmerecida (Ro. 3:24); sin embargo, se efectúa sobre una base de total justicia, por cuanto Dios simplemente pasa el borrador sobre nuestros pecados con menosprecio de su Ley.

Las demandas de Dios han quedado plenamente satisfechas en Jesucristo que, no habiendo jamás quebrantado la Ley, sino siendo Él mismo totalmente santo y justo, llevó en nuestro lugar toda la ira por la Ley quebrantada por el hombre.

Jesús nos justifica por su sangre y por su pura gracia. Así, la justificación se recibe por la fe, y nunca en base a las obras (Ro. 3:26-30).

Se trata de un acto soberano de Dios que, en Cristo, nos ha llamado, justificado y santificado.

Entonces, el pecador acusado por la Ley y por su conciencia, no queda solamente librado del castigo por Dios, sino que es declarado justo y <hecho más blanco que la nieve> (Is. 1:18).

Para el pecador ya no hay condenación (Ro. 8:1), por cuanto Dios lo ve en Cristo, revestido de la justicia perfecta de su divino hijo (2 Co. 5:21).

El hecho es que la justificación nos es dada desde el mismo momento en que creemos, desde el mismo momento de nuestro nuevo nacimiento. Dios, en su gracia y por causa de la cruz, borra nuestros pecados y nos regenera. Desde este mismo momento, empieza el crecimiento del recién nacido en Cristo.