«Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué queréis morir casa de Israel?.»
Podría seguir leyendo hasta el V.32, pero lo dejamos aquí y pensamos en la palabra oportunidad, una nueva oportunidad, un nuevo camino, una nueva vida; así me he sentido en este tiempo de búsqueda en Jesús.
He vivido el cambio de la vieja mujer a la nueva mujer y pienso y reconozco que Dios en su infinito amor nos da la oportunidad y el renuevo de volver a nacer o renacer una vez más. Cristo es nuestra gran oportunidad, esa oportunidad que nos cambia, que transforma el corazón de piedra en uno de carne, Cristo nos limpia con su sangre cada uno de nuestros pecado, el sufrió por ellos y pago en la cruz del Calvario, nosotros tenemos donde echar, donde depositar cada una de nuestras transgresiones con las que hemos pecado, así decía el profeta y así es.
En Cristo Jesús tenemos la oportunidad de obtener por gracia un corazón nuevo un espíritu nuevo, se nos da la oportunidad de ser una nueva criatura, y de tener una vida eterna.
En Mt 18:3. Y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Como tiene un niño el corazón, como lo imaginamos, nuevo, tierno, limpio, sin manchas así debemos tenerlo, para recibir la promesa en Cristo nuestro Señor.
Dios Padre no quiere nuestra muerte; no la necesita, Él quiere mostrarnos que su camino no termina en un precipicio, sino que termina en la eternidad, en Cristo tenemos vida eterna esta es nuestra promesa.
Y como podemos ver esta oportunidad, observando la obra de Dios, imagínate un tronco seco volviendo a germinar, es una oportunidad, o una planta silvestre siendo injertada para dar frutos, es una oportunidad, a cada una se le debe cuidar, debemos regarla y atenderla, pues así debemos cuidar nuestro nuevo corazón, regándolo con la palabra, estudiándola y cultivándola día a día, leyendo devocionales, escudriñando las escrituras y procurando ser lleno con los dones del Espíritu Santo.
Entregar nuestro corazón y nuestra vida renovada a Cristo nos garantizara que seamos recibidos como ofrendas vivas agradables al señor.
1Juan.4:18 «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.»
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